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Newsletter Nº 13




Victor Hugo
Los Djinns
Editorial Serapis, 2011, 117 pp.


La Editorial Serapis (Rosario, Argentina) acaba de publicar Los Djinns de Victor Hugo en una edición políglota en francés, español, alemán, portugués e inglés.

El poema Los Djinns de Victor Hugo, aparecido por primera vez en Las orientales (1829) y desde entonces dechado y paradigma para los escritores románticos, apela a diferentes recursos para generar tanto el dinamismo de lo invisible como sus efectos en una conciencia singular: el estremecimiento ante lo imaginario mezclado con lo real es fijado en los versos de Hugo en un intento por describir poéticamente lo indescriptible. Los Djinns simboliza también una amarga constatación de la yanna, como percepción de lo ambiguo, lo incierto y desconocido.

El presente volumen actualiza el poema trasladándolo al español, alemán, portugués e inglés, en versiones de Sonia M. Yebara, Ralf Tauchmann, Betty Vidigal y Cloudesley Brereton, respectivamente, configurando una suerte de caleidoscopio políglota enriquecido, además, con los comentarios a las respectivas versiones. En su estudio preliminar, la editora, Sonia M. Yebara, Directora de la Escuela de Letras de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, analiza la obra e introduce la lectura, exégesis que completa el epílogo a cargo de Luis Alberto Vittor, Coordinador del Área de Estudios Árabes e Islámicos del Centro de Estudios Orientales de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. A modo de apéndice se reproduce en formato facsimilar la edición de Les Djinns publicada en 1832.



Los Djinns
Victor Hugo
Rosario, Serapis,
2011.




Variaciones sobre un poema exótico


Desde su título, el poema apuesta al exotismo. En el exhaustivo «Estudio preliminar» que abre el volumen de Serapis, Sonia Yebara apunta:


el vocablo djinn, por sí solo, desencadena la imaginación, convoca inmediatamente a Oriente, acercándonos —en la distancia de la lengua extranjera— la teología y la metafísica islámicas. En el universo mágico de Muhammad, los djinns son seres de naturaleza angélica que, aunque invisibles, comparten el universo físico con los hombres y pueden, en virtud de su capacidad de metamorfosis, llegar a hacerse tangibles (transformándose en víboras, escorpiones, dragones, etc.).

Hay que señalar que esta primera aproximación al vocablo es complejizada por el extenso epílogo del libro, donde Luis Alberto Vittor explora la definición de los djinns (o yunnun) en la tradición islámica no sólo como criaturas imaginarias sino en un sentido más antropológico y definitivo. En el poema de Hugo, los djinns aparecen con una potencia sobrenatural: asistimos en el medio de la noche a una invasión de estos seres, que irrumpen en el silencio nocturno, arrasan con todo a su paso y desaparecen. La percepción de la estampida descrita en el poema es reproducida por la estructura misma del texto. Porque «Les djinns» es exótico en otro sentido, el formal, y en este punto quiebra convenciones clásicas:


es un artefacto romboidal perfecto, que se construye a través de un crescendo y un decrescendo estróficos: se inicia con una estrofa de versos bisílabos, asciende de modo gradual hasta una estrofa decasílaba y luego comienza a disminuir, también gradualmente, hasta cerrarse otra vez en una estrofa bisílaba. De esta manera,el poema es la percepción del «enjambre de los djinns» como un sonido que crece en intensidad para luego extinguirse.

Pero este título de Serapis no pretende ser la edición crítica de un poema de Victor Hugo, sino que propone, como ya lo señalamos, un ejercicio de otra índole. Algún lector podría preguntarse cuál es el propósito de una edición políglota. Una respuesta posible, aunque no definitiva, sería esta: mostrar, a través del contraste entre la materialidad gráfica y sonora de diferentes lenguas, el poder multiplicador de la traducción. La traducción propaga textos, imágenes de textos, y ese acto reproductor tiene lugar gracias a la diferencia pura. Cada versión de «Les djinns» materializa, a través de las posibilidades y los límites de la lengua en la que se escribe, una lectura del poema de Hugo. Cada una de las versiones, además, está acompañada por una nota redactada, en casi todos los casos —a excepción de la versión inglesa, realizada por Cloudesly Brereton en 1910— por el traductor. Estas notas exponen el modo en que cada traducción se organiza como un repertorio de elecciones: la versión castellana conserva «la estructura romboidal del poema francés», la «organización estrófica» y el «esquema rímico ababcccb»; la versión portuguesa deja de lado ese esquema; la versión inglesa decide conservarlo; la versión alemana prescinde de los encabalgamientos pero elige reproducir las asonancias y las rimas. Estas decisiones modelan ese objeto paradójico que es el texto traducido: algo que intenta asemejarse a un texto «original», pero que nunca lo consigue del todo, porque afortunadamente ya es otra cosa.

Santiago Venturini
Universidad Nacional del Litoral − CONICET


El hilo de la fabula, 13 14 de noviembre de 2013 





Publicación de la que participa como editora y traductora la profesora Sonia Yebara de la Universidad Nacional de Rosario: Los Djinns de Victor Hugo.

La Editorial Serapis (Rosario, Argentina) acaba de publicar Los Djinns de Victor Hugo. Edición políglota en francés, español, alemán, portugués e inglés. El poema Los Djinns de Victor Hugo, aparecido por primera vez en Las orientales (1829) y desde entonces dechado y paradigma para los escritores románticos, apela a diferentes recursos para generar tanto el dinamismo de lo invisible como sus efectos en una conciencia singular: el estremecimiento ante lo imaginario mezclado con lo real es fijado en los versos de Hugo en un intento por describir poéticamente lo indescriptible. “Los Djinns” simboliza también una amarga constatación de la yanna, como percepción de lo ambiguo, lo incierto y desconocido.

El presente volumen actualiza el poema trasladándolo al español, alemán, portugués e inglés, suerte de caleidoscopio políglota enriquecido, además, con los comentarios a las respectivas versiones. En su estudio preliminar, la editora, Sonia M. Yebara analiza la obra e introduce la lectura, exégesis que completa el epílogo a cargo del distinguido especialista Luis Alberto Vittor. A modo de apéndice se reproduce en formato facsimilar la edición de “Los Djinns” publicada en 1832.

Edición, estudio preliminar, versión española y notas de Sonia Mabel Yebara (Directora de la Escuela de Letras de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario y Directora del Centro de Estudios Orientales de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario). Epílogo a cargo de Luis Alberto Vittor (Coordinador del Área de Estudios Árabes e Islámicos del Centro de Estudios Orientales de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario).

Versión alemana y notas de Ralf Tauchmann.
Versión portuguesa y notas de Betty Vidigal.
Versión inglesa de Cloudesley Brereton;
Notas de Gervasio Javier Fierro

Boletín de la Asociación Argentina de Literatura Francesa y Francófona; 11, junio de 2011






Los Djinns


Esta edición de Los Djinns (Editorial Serapis, Rosario, 2010) no es una traducción ni tampoco el poema de Victor Hugo. Sí es, en cambio, la idea más simple y vasta de la literatura: representar lo que, de hecho, no puede representarse.

Semejante afirmación resultaría difícil de sostener sin agregar que la cuidada edición políglota (español, alemán, portugués e inglés) del texto original en francés (facsímil incluido) es una excelente excusa para sumergirse en uno de los aspectos fundamentales de la condición humana, el posible origen de su derrotero, su mayor horizonte y su mayor miedo. Lo oculto, escenificado por estos genios terribles y caprichosos de la mitología musulmana, los Djinns o Yunnun (plural de Yinn), es al pensamiento lo que el abismo al espacio y la eternidad al tiempo.

Tal vez las sombras de la muerte y del tiempo sean los dos mayores vicarios de lo oculto. Puede que los mortales se vuelvan sombríos justamente por su condición efímera, o que la consciencia de la penumbra ponga a correr un reloj vacío desde siempre. Pero sabemos que la muerte es probable porque existen los cementerios, así como el amanecer lo es porque recordamos muchos atardeceres. Entonces la sospecha de que la muerte y el tiempo están ocultos, vedados por el futuro, los designios y el deseo, se hace inevitable: si el futuro (algo que no está presente) determina nuestro tiempo (algo que necesariamente debe estar presente), ¿lo presente no dependería de lo ausente? ¿El recuerdo del olvido? Esta incertidumbre es ineludible porque es la misma que afecta las palabras, cuyo significado depende de los intersticios del texto (lo que se remite, se sugiere, se calla: los espacios en blanco que debe llenar quien lee); acaso la misma incertidumbre que nos hace pensar si nosotros mismos, nuestro ser, al igual que el ser de las letras, no depende de las ausencias y las desapariciones. Como un Yinn que toma la forma de muchos seres y objetos, lo inefable, paradójicamente, es omnipresente.

Esta edición de Serapis a cargo de Sonia Mabel Yebara es pertinente para traductores y poetas, pero no es una pérdida de tiempo para quienes les interese el intrincado proceso de transmitir sentido en general, es decir, la traducción en su sentido más amplio, como diálogo entre muchas voces. El juicio en sí de algunas traducciones, dado que este lector no conoce todos los idiomas disponibles, es parcial y presuntivo; es más, se podría decir que para este lector las traducciones al alemán y al portugués están todavía demasiado ocultas. Pero juzgando por la traducción al español y al inglés, es probable que las otras traducciones sean igual de interesantes. Quienes conozcan estas lenguas tranquilamente podrán refutarme.

El libro cuenta con un estudio preliminar de la editora y cada traductor justifica sus decisiones en las notas adjuntas, que a su vez entregan un pequeño curso de prosodia. En este caso, al preponderar la música y la métrica, se pone especial cuidado en el análisis del sonido y de la colocación de las palabras al buscarse equivalencias que logren transmitirnos las mismas sensaciones del texto original.

Otro punto alto del libro es el epílogo de Luis Alberto Vittor, que hace una profunda genealogía de la palabra yinn consultando fuentes exóticas del Islam y cruzándolas con referentes textuales más conocidos del occidente. Fruto de la asociación libre, el autor termina por relacionar el inconsciente freudiano con estos genios del mundo infernal, aduciendo que «[…] los yunnum o genios son las fuerzas que mueven y revuelven […] los infiernos o inferos del alma […] abismos de la intimidad humana […]». De alcance teológico, el texto refleja con fidelidad cómo la religión, en este caso desde la visión musulmana, trató de acaparar el pensamiento de lo oculto al mismo tiempo que señalaba con insistencia los peligros de hacerlo.

En el mentado poema romboidal, Victor Hugo nos relata con un canto oscuro y cadencioso la historia de un grupo de personas que busca refugio del embate repentino e impiadoso de los Djinns; una oportuna plegaria los salva de su ira. Desde tiempos remotos y en diferentes culturas, lo oculto, porque no se ve, porque no puede verse, porque no está, porque no puede ser, porque no existe, es la representación más compleja y lúgubre de la realidad más simple: lo imposible de representar. El logos (razón) totalitario de los grandes sistemas filosóficos y el Dios de las religiones monoteístas que siguieron su curso, son ejemplos del alcance que pueden llegar a tener estas innombrables ausencias. Y el hecho de que la Razón y Dios hayan reclamado su monopolio y castigado impiadosamente las infracciones son indicios del potencial liberador que puede tener en los individuos. ¿Es posible que los traductores y escritores sostengan este oxímoron (la escritura de lo oculto) sin caer en la ignominia? Supongo que Los Djinns es un argumento a su favor.


Gabriel Cirelli

eSe Revista Literaria





Victor Hugo en edición políglota; reseña del libro: Hugo, Victor (2010). Los Djinns. Edición políglota francés, español, alemán, portugués e inglés. Edición, estudio preliminar, versión española y notas de Sonia Mabel Yebara. Versión alemana y notas de Ralf Tauchmann. Versión portuguesa y notas de Betty Vidigal. Versión inglesa de Cloudesley Brereton; notas de Gervasio Javier Fierro. Epílogo de Luis Alberto Vittor. Con edición facsimilar del poema (1832). Rosario (Argentina): Editorial Serapis (Serie Traslaciones, nº 3), 117 páginas.

El libro que nos presenta Sonia Mabel Yebara en esta ocasión es, sin duda, una pequeña joya en el panorama reciente de la edición en español sobre la traducción literaria. Representa una experiencia muy interesante y bastante insólita: la traducción políglota (español, alemán, portugués e inglés) a varias manos de un poema, en este caso, de Victor Hugo, titulado Les Djinns, que se recogió en Les Orientales (XXVIII).

El librito en cuestión, de apenas 120 páginas, incluye, además de la edición facsimilar del poema, que es de 1832, y, naturalmente, de las traducciones a las diferentes lenguas que ya hemos mencionado, el comentario de cada traductor sobre su propuesta traductiva y las dificultades halladas en ese proceso, comentarios que preceden a las mismas. La edición se completa con un extenso, documentado e interesantísimo estudio preliminar de la responsable de la edición, Sonia Mabel Yebara, y un no menos extenso, documentado e interesante epílogo de Luís Alberto Vittor sobre los “Yunnun” o genios que pueblan los bestiarios del Islam.

En su estudio, Yebara sitúa y enmarca históricamente el origen del interés de Victor Hugo por Oriente (que se pone de manifiesto en el prólogo a la edición de Les Orientales de 1829): un Oriente visto por el autor como la tendencia por excelencia del siglo XIX, en una especie de “ailleurs dilatado”, más que en su referencia geográfica concreta, y a través del cual considerará su literatura no tanto como literatura romántica, sino “revolucionaria” (en alusión directa a las diferentes oleadas revolucionarias que se produjeron en el siglo XIX). Frente a esto, Yebara contrasta muy acertadamente estas posiciones con la reflexión sobre el orientalismo que se ha dado recientemente en la crítica, y muy especialmente -como no podía ser de otro modo- con los planteamientos de Edward Said, para quien Oriente, como constructo social, nos confronta con un romanticismo que no solo pone de manifiesto el carácter revolucionario que mencionaba Hugo, sino también el fuerte impacto que el orientalismo tuvo en los escritores y artistas del siglo XIX, en los cuales se observa recurrentemente esa misma necesidad de viajar (ya sea de modo real o imaginario) a Oriente: Chateaubriand, Lamartine, Gautier, Nerval, Flaubert, o bien Hugo, son buenos ejemplos de ello.

Así las cosas, Yebara se interroga sobre qué significó Oriente para Hugo. Y entende que, en primer lugar, su interés se inscribe en esa fascinación (que mostraron otros autores de principios del siglo XIX) por lo que F. Schlegel dio en llamar el “ex oriente lux”, y que habría de dar lugar a múltiples y variadas representaciones artísticas (literarias o no) a lo largo del siglo XIX, caracterizadas por un derroche de lujo, crueldad, lujuria, codicia, perfumes, sangre..., en lo que justamente Yebara describe como un “reservorio de extrañeza” de un exotismo estereotipado y reiterado hasta la saciedad. Pero, en segundo lugar, no hay que olvidar que la invocación a Oriente permitía a Hugo también escapar a la estética del Ancien Régime, anclado en un clasicismo petrificado, y experimentar temática y métricamente nuevas vías de expresión literaria.

Esta suerte de liberación estética, que cristaliza en torno a Les Orientales (1829), se fue profundizando y definiendo desde las Odas y baladas (1826). Al situar la obra en el contexto de la producción huguiana, Yebara evidencia como muchos de los rasgos ya presentes en las baladas acaban cristalizando en Les Djinns, donde la apelación a esos espíritus que nos transportan a una especie de aquelarre medieval le sirve al autor para vehicular una sensación de angustia lúgubre y un temor visceral hacia lo desconocido.

Los “djinns”, en efecto, son figuras que nos remiten inmediatamente a un mundo oriental. Se trata de seres de naturaleza angélica, según el universo mágico de Muhammad: seres de fuego, invisibles en general, pero que pueden compartir el universo de  los humanos transformándose en víboras, escorpiones, dragones, etc. Pero, ante todo, los “djinns” son un símbolo de lo diverso y del temor que lo ignoto nos suscita.

Esa “diversidad” se refleja también en varios otros aspectos clave del texto, que ponen de manifiesto su complejidad intrínseca. En efecto, el poema se muestra como cruce de lenguas (el francés del cuerpo del poema, el árabe de su título, y el italiano del Dante del Inferno de su epígrafe); como interrelación entre diferentes cosmovisiones (cristianismo e islam); como inscripción de elementos culturales y étnicos orientales en Occidente; como confluencia de diferentes momentos históricos (el presente -1829-, el Trescento al que se alude en epígrafe, y los tiempos inmemoriales a los que nos remite el Corán), etc. Por no mencionar el plano formal del poema, que explora la escala métrica (llegando hasta la octava, que es decasilábica), y que si por un lado nos sitúa en el Romanticismo, también evoca la tradición clásica (por ejemplo los poemas de Teócrito o la technopaegnia -o “juegos de arte”- de Simmias de Rodas), o bien la disposición versal de las makkus o anyali (es decir, los caligramas islámicos en espejo), con la importancia que reviste, como es sabido, la caligrafía en la cosmovisión islámica, pues remite al libro sagrado.

No hay duda de que el metro es portador de significado, y este poema constituye un buen ejemplo de ello, como se pone de manifiesto en la presentación del contenido del poema que nos ofrece Yebara en su estudio, y en la que se explica como la estructuración estrófica del poema, en su crescendo y decrescendo, apunta a una mímesis fundamentalmente sonora de los acontecimientos que sacuden a alguien que, en su pesadilla nocturna, alucina con una invasión devastadora de los “djinns”. En este sentido, Hugo utiliza a los “djinns” para poetizar sobre lo sobrenatural y sus efectos, sobre lo ignoto y las sensaciones que nos suscita, por lo que este poema anticipa, en gran medida, la poesía metafísica de su autor. Constituye un intento por describir poéticamente lo indescriptible, explorando no ya en las imágenes de los “djinns” -que son inexistentes-, sino en su dinamismo y en los efectos que causan en la conciencia del individuo, es decir, el estremecimiento, la angustia, el terror visceral… De ahí que predominen en el poema las imágenes poéticas referentes a los efectos de sonido, los impulsos, la agitación, el movimiento, incluso el paroxismo, en una poética que, como bien se ha dicho, se sustenta en la metamorfosis y se desarrolla en la oscuridad: en las alucinaciones nocturnas de un oyente ante la irrupción de lo ignoto.

El estudio preliminar de Yebara ofrece además el comentario, estrofa por estrofa, del contenido del poema, como subsidio al lector, e incluye unas pertinentes referencias bibliográficas al final del mismo. Le siguen las diferentes traducciones del poema que hemos mencionado al inicio, cada una de ellas precedida por un comentario del propio traductor sobre su versión. Interesantísimo el de la versión española, a cargo de la propia Yebara, más extenso también que los de las traducciones a las otras lenguas en esta edición políglota, que tiene el interés añadido de evidenciar las diferencias en esta operación múltiple de traducción. Cierra la edición, como decíamos, el epílogo de Luis Alberto Vittor que pone sobre la mesa la estrecha relación entre estos seres del bestiario islámico con ese Borges que, no por menos conocido, es en absoluto irrelevante: el del Libro de los seres imaginarios (de 1968), donde se incluye, como quizá recordará el lector, un artículo sobre los “Yinn”, esos seres que «revuelven el mundo infernal, los infernos o inferos del alma humana, esto es los niveles inferiores o abismos de la intimidad humana».

Un libro, en fin, absolutamente recomendable, de interés no solo para los amantes de la literatura francesa y los interesados en la traducción poética, como se puede deducir, que resulta de agradable y muy sugerente lectura. Como dijimos al principio: una pequeña joya.



Assumpta Camps
Universitat de Barcelona




Transfer X: 1-2 (mayo 2015), pp. 131-134. ISSN: 1886-5542
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